Jugando con la alquimia
translúcida de tus pecados,
con la lengua lejos de mi boca
y cerca de tus sueños líquidos
los que a veces llorabas (todo recuerda a papá).
Me quedo sin sed ni equilibrio;
te pido un torniquete silencioso,
una caricia discordante
y treinta minutos de luz y de
oratoria,
desde mi balcón oscuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario