viernes, 29 de agosto de 2014

La abuela de Abel.

Contaba Abel con su acento Catalá,
con su voz de eterno resfriado
al que le falta siempre el calor último de la revolución,
la que vivió y sintió, que:

en el pueblo de su abuela redujeron una iglesia a escombros, a ras del suelo. Edificio que dio cobijo
al cura que ahora disparaba desde el campanario a hombres,
a mujeres y a niños que no pensaban como él.
La quemaron primero, la echaron abajo después.

Su abuela, que no creyó jamás en los curas de dos caras, pero si en los santos,
revelaba ahora a su nieto que no le gustaba la guerra, esa cruenta guerra,
que tenía pánico a cruzarse con gente fusil al hombro,


pero que su casa -oscura y fría- por la sombra irrigada por aquella iglesia había desaparecido, y disfrutaba de la luz del sol, como nunca,
ahora podía ver con mayor claridad,
podría sentarse en la calle,
dijo que todo ello, se lo dio la Revolución.

miércoles, 27 de agosto de 2014

lunes, 25 de agosto de 2014

25 de Agosto: Hoy, mi madre cumple (d)años.

No sé si me has recordado a unos acordes,
o si una guitarra me hizo recordarte, pero como olvidar
que cumples años cuando nos comportemos o no
como hijo y madre,
eres mi madre biológica.

Cada palabra que escribo la saboreo, la cuido, la ansío
 como el abrazo que quizás nunca nos dimos,
leí libros para olvidar, o bien, para llenar el tiempo
que te marchabas de casa,
me cuidaban otros cuentos.

La imaginación me llevaba a imaginar otra madre,
otra casa, otra vida, un pormenorizado futuro
donde cupiesen los sueños de mi hermana,
pero siempre estuviese yo,
como supervisor y constructor de garantías,
albañil de su alegría.

Vida dura, la de la madre que se desposee a sí misma,
la que construye muros de insensatez egoísta,
la que licúa su vida entre las cuchillas masculinas,
pero a su vez trocea a sus hijos,
y reparte a trozos sus vidas (desconocidos, orfanatos, familia).

Suenan los acordes cada vez más lentos mientras te escribo,
hallo silencios donde antes hubo gritos, donde brotaban alaridos,
imagino que no es paz lo que encuentro,
si no que el corazón late deprisa, los ojos se ponen llorosos,
y las palabras que te escribo (aunque no las leas) tienen amplificación en mis oídos.

"Porque el cariño es una flor que crece por dentro" decía el Nene,
a mí no me hace falta ni retenerla, porque también me crece por fuera,
claro que te quiero, si no, no me destrozaría la vida cada vez que te pienso,
pero tantas cosas quiero, que se fueron, que se me negaron,
que pienso siempre que quererte es algo vano.

Celebrarás sola tu cumpleaños,
o directamente no querrás pensar que te haces vieja,
que nadie te pondrá velas, por miedo a quién las sopla,
que las oportunidades fueron estrechas patadas a la cara de la ilusión,
anchas heridas en la frágil carcasa de nuestra infancia.

La joven que se preocupa por ti, es lo mejor que me diste,
en ocasiones lo único que agradecerte, y otras
mi reproche más enérgico, el mayor daño que me infringiste.
¿Has aprendido a vivir sola, a dar la vuelta a los puñales de la culpa
o a rozarte con ellos cada día?.




Sabes me da miedo pensar en qué decir a mis hijas o hijos,
qué contarles de eso que llaman "abuela", decirles que me
partías platos en la cabeza, que decidiste o decidimos romper
los lazos, y ellas o ellos decidan conocerte,
o hacerles pensar que no estarás, por temor a que las y los dañes.

Pero eso de tener hijos, es mucho hablar y es una decisión difícil,
aunque a ti te parezca liviano y trivial,
ellos merecen más que mi miedo a fracasar, que mis venas abiertas
siempre empeñadas en comprender, siempre cuestionadas
por perdonar, o por vivir siempre en un brete.

Bueno eres tú la que cumples años, otros acumulamos daños
y acumulamos nostalgias sin masoquismo,
los que quieren vivir te saludan oh Amparo,
tu hijo no te felicita directamente, pero escribe entorno a ti,
esperando que siempre seas feliz.  Tu hijo.


lunes, 18 de agosto de 2014

La Cuba a la que siempre he de volver...


La Cuba de Carlos Puebla y sus cincuenta favoritas,
de Camilo, comandante del pueblo, y su extraña desaparición,
del son, el ron, y el béisbol,
la Cuba hecha poema de Silvio,
la de José Martí en polifacética Revolución y su modernismo,
la Cuba que enamora con sus gentes en plena calle,
a pleno sol,
siempre dispuestos a dar lo mejor,
a contar su historia como si fuese la historia de Cuba entera...
A sentir su isla como única, desafiando a los cambios
pero con ansias de renovación.




La Cuba de lo que vale, la Cubana educación, la Cubana sanidad, la moralidad cubana y anticapitalista...y el socialismo fracasado, de ritmo lento, y del pueblo sin el pueblo...

La Isla que adoptó a Ernesto como fiel hijo del pueblo, guerrillero indómito, idealista infatigable. Su esposa Aleida, su hijo Ernesto tan, tan parecido, y la de su hija que trabaja en un acuario.

Cuba es diversa, y cuesta desprenderse de ella en el vuelo, abandonas la tierra por encima del mar, pero parece que su arena, parece que su asfalto caliente se te adhiera por debajo de la piel, parece que en los túneles de la carne vivan muchos dichos cubanos, resuenen muchas conversaciones de gente con la que coincidimos, las familias que tan bien nos acogieron e integraron, parece que no se hace necesario ver ninguna de estas fotos para recordar tan bien a la gente, para llevarnos en la memoria un inmenso trozo de isla.

La Cuba inteligente, tan extremadamente culta, la cubana y el cubano inventor, dueñas y dueños de su propia imaginación contra el bloqueo, y el miedo imperialista.

¡Libertad o muerte, venceremos! Pero l@s cuban@s ya vencistéis.