lunes, 18 de agosto de 2014

La Cuba a la que siempre he de volver...


La Cuba de Carlos Puebla y sus cincuenta favoritas,
de Camilo, comandante del pueblo, y su extraña desaparición,
del son, el ron, y el béisbol,
la Cuba hecha poema de Silvio,
la de José Martí en polifacética Revolución y su modernismo,
la Cuba que enamora con sus gentes en plena calle,
a pleno sol,
siempre dispuestos a dar lo mejor,
a contar su historia como si fuese la historia de Cuba entera...
A sentir su isla como única, desafiando a los cambios
pero con ansias de renovación.




La Cuba de lo que vale, la Cubana educación, la Cubana sanidad, la moralidad cubana y anticapitalista...y el socialismo fracasado, de ritmo lento, y del pueblo sin el pueblo...

La Isla que adoptó a Ernesto como fiel hijo del pueblo, guerrillero indómito, idealista infatigable. Su esposa Aleida, su hijo Ernesto tan, tan parecido, y la de su hija que trabaja en un acuario.

Cuba es diversa, y cuesta desprenderse de ella en el vuelo, abandonas la tierra por encima del mar, pero parece que su arena, parece que su asfalto caliente se te adhiera por debajo de la piel, parece que en los túneles de la carne vivan muchos dichos cubanos, resuenen muchas conversaciones de gente con la que coincidimos, las familias que tan bien nos acogieron e integraron, parece que no se hace necesario ver ninguna de estas fotos para recordar tan bien a la gente, para llevarnos en la memoria un inmenso trozo de isla.

La Cuba inteligente, tan extremadamente culta, la cubana y el cubano inventor, dueñas y dueños de su propia imaginación contra el bloqueo, y el miedo imperialista.

¡Libertad o muerte, venceremos! Pero l@s cuban@s ya vencistéis.

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